2 de julio de 2009

Epílogo

Después de un mes nos decidimos por fin a escribir un epílogo para nuestra aventura con la bicicleta.

En Tilcara nos despedimos de nuestras compañeras biciclas, disfrutamos los últimos días de la Quebrada de Humahuaca, con sus formas seductoras, sus colores centenarios y ese azul intenso y profundo del cielo en la altura, y emprendimos el regreso a Carlos Paz, ciudad que nos viera partir 9 meses antes.

El "regreso a la civilización" tenía preparados para nosotros placeres que pudimos apreciar de forma privilegiada, y lo digo porque nadie puede sentir su cuerpo hundirse levemente en un colchón mullido y rozarse con las sábanas suaves y livianas con tanto goce como aquél que ha dormido durante largo tiempo el suelo. Y además estaban la cocina, el baño, la ducha caliente, el sofá y sobretodo personas a nuestro alrededor con quienes pasar lindos ratos alrededor de un asadito, un mate o unos ñoquis caseros (que aprendí a preparar!!!).

¡Ñoquis caseros!

Pero de la misma manera que durante el viaje extrañamos todos estos placeres y a las personas que íbamos dejando atrás, ahora estamos empezando a echar en falta a nuestras bicicletas, que a pesar de quejarse de vez en cuando, cada mañana nos esperaban dispuestas a llevarnos por cualquier ruta a hermosos lugares, todos por descubrir, y pedalear caminos, montañas, cielos y brisas. Pero bueno, como extrañar implica que uno ama lo que extraña, no es un sentimiento para nada amargo y llevamos este viaje con nosotros con mucha alegría.

Pasamos casi un mes de relax en Carlos Paz y allí empezamos a planear este pequeño epílogo de nuestra aventura en las Cataratas de Iguazú y el noreste argentino. El viaje en si, por más que ya no fue a golpe de pedal, igual se presentó bastante durito por nuestra convicción de seguir con la política de bajo presupuesto (y porque el presupuesto efectivamente es bajo).

Tomamos el tren desde Córdoba hasta Buenos Aires (24 horas, piquete incluído) y al día siguiente desafiamos los transportes públicos en la hora punta porteña para ir a tomar otro tren hasta la capital misionera de Posadas, fueron 35 horas pero por suerte el tren no descarriló ni se prendió fuego la cabina como ha sucedido en otras ocasiones.
Tren, tren y más tren...

Llegamos a Posadas en las últimas horas de la noche, pero por más que no se veía nada, en seguida supimos que habíamos llegado a la selva por el intenso olor a verde y a tierra mojada que nos envolvió al salir del tren. Y sólo fuero 5 horas más de coelctivo para llegar por fin a Puerto Iguazú. Y desde allí a disfrutar de la selva paranaense!

Casa de botellas (hay gustos para todo)/ La Aripuca (construida con troncos centenarios provenientes de la tala de árboles para la agricultura)

Triple frontera Argentina - Brasil - Paraguay

Primero nos fuimos a ver las cataratas desde Brasil (y de paso renovamos mi visa para no convertirme en ilegal). El parque brasileño nos pareció de entrada muy aparatoso, con todo muy preparado y sin lugar para lo agreste que tanto nos gusta. Pero la verdad es que la vista de las cataratas lo deja todo en un segundo plano porque de una manera u otra nos sentimos privilegiados de poder disfrutar de este lugar tan especial.

Foç do Iguaçú / Llegada al parque brasileño (noten que tenemos un pequeño intruso posando para la foto)

Se ve el río Iguaçú desde abajo y es como si enmedio se hubiera abierto una grieta por donde se precipitan toneladas de agua por segundo. El sonido es ensordecedor y son tantas las gotitas que salen despedidas en el impacto que la luz tiene que hacer verdaderas peripecias para llegar a iluminar el espctáculo, y así se crean los arcos iris que a veces parece que vayan a cerrar circulos completos.

Cataratas del Iguazú
Digamos que desde brasil tuvimos una hermosa vista pero un par de días más tarde, desde el lado argentino del río, casi que nos pudimos sumergir en él. El parque tiene muchísimos senderos para recorrer en los que uno se mete dentro de la selva, pasando entre plantas de enormes hojas, por debajo de las lianas y por encima de miles de saltos de agua. Y a nuestro alrededor vuelan mariposas de todos los colores, se desplazan sigilosamente estraños insectos, se posan los pájaros en el tupido ramaje de los árboles, saltan los monos agarrandose con manos, pies y cola a los troncos y los coatíes se pasean entre la gente arrastrando su cola larga y peluda y dirigiento el largo hocico hacia todas partes en busca de interesantes aromas de comida.




Parque Nacional Iguazú (Argetnina)

Si desde Brasil vimos las cataratas desde abajo, a través de los senderos argentinos llegamos a ponernos justo encima de manera que el viento nos traía en fuertes ráfagas la famosa lluvia horizontal que nos dejó empapados de agua, imágenes y sonidos.

Garganta del Diablo

Y bueno, con todas estas experiencias vivas todavía, mañana dejamos ya Puerto Iguazú para seguir explorando rincones misioneros y terminar de disfrutar al máximo los días cada vez más escasos que nos quedan en la Argentina.

31 de mayo de 2009

Por la Quebrada (de Humahuaca)

Porque sí, a estas alturas ya se merece un título propio. Escrivimos de nuevo desde Tilcara, pero esto no significa que llevemos dos semanas de campo y playa tocandonos ... la barriga, sinó que desde aquí emprendimos una gran vuelta (grande en esfuerzo, no en kilómetros), que en contra de nuestras expectativas nos ha llevado de regreso, en parte por lo bonito del pueblo, en parte por la buena ducha caliente del camping y la casilla de helados que hay!!


Camino a Humahuaca

Desde Tilcara subimos unos 45km por la quebrada hasta llegar a Humahuaca. Atravesamos sus calles angostas y empedradas rebotando en la bicicleta, buscando algún lugar donde acampar y nos dimos cuenta de que a pesar de que es más grande que Tilcara, no tiene tanta vidilla. Encontramos dos campings a cuál más abandonado y decidimos meternos en el más cercano al centro que, por ser municipal, pensamos que no habría problema si lo ocupábamos. El encargado nunca apareció, pero bueno, ahí había agua, electricidad y hasta baños decentes así que nos quedamos sin más.



Humahuaca

Pasamos en Humahuaca el glorioso día de la patria, 25 de mayo en que se conmemora la revolución de mayo, momento en que se empezó a gestar la independencia argentina. La escuela del pueblo organizó un acto en la plaza, los chiquillos cantaron, recitaron poemas e izaron ceremonialmente la bandera mientras entonaban a media voz la versión abreviada del interminable himno argentino. Para mí que, a pesar de que a estas alturas estoy casi nacionalizada (aunque solo sea de corazón), no me invade el sentimiento patriótico, ver todo el show me trajo tiernos recuerdos de las fiestas del Angels Garriga (mi cole), en las que a veces incluso nos daban bizcochos y un chocolate caliente terrible! (En este caso fueron empanadas y una especie de bebida dulce de leche con pedazos de maíz)


Acto 25 de mayo

Nosotros evidentemente comimos las tradicionales empanadas y el tradicional locro (un potente potaje que tiene como elemento estrella el "mondongo", usease, pedazos de estómago de vaca). También esperamos ansiosos en la plaza a que fueran las doce para que, como cada día, apareciera por la ventana del campanario una figura "fullsize" de un monje o algo así que con sus movimientos mecánicos nos dió la bendición a todos mientras nostros le sacábamos fotos como posesos, casi como los japoneses eternamente congregados ante la "Mona Lisa".



Plaza / Locro de 25 de mayo (y la señora que se tentó y terminó comiendo un locro sentada con nosotros)


Fue un día muy folcklórico que terminó de un modo un tanto estraño. De regreso al camping, iviendo qeu nadie aparecía por ahí, decidimos aventurarnos a encender el calentador y darnos una duchita caliente. Todo bien. Hasta llegó otro ciclista, con lo cuál ya eramos casi una comunidad de ocupas. Y a todo eso apareció el regente, pasó de largo sin decirnos nada y por cortesía me acerqué a avisarle de que, tal como ya había visto, estábamos allí a fin de que nos diera las indicaciones correspondientes, nos registrara y nos cobrara, tal como se acostumbra. Pero contra todo pronóstico el tipo me dijo que nos teníamos que ir. Yo, toda sorprendida, se lo comuniqué a los chicos que, por una parte sabiendo que estábamos en el camping municipal y por la otra conscientes de que no había mucho a donde ir decidieron que no nos iríamos. A mi, la verdad, me pareció bien, al fin y al cabo no le estábamos haciendo daño a nadie. Pero ya entrada la noche el tipo seguía allí y se encabronó con tomi hasta que decidimos que no quedaba otra que irnos si no queríamos que hubieran trompadas.

Entrada ya la noche, y con las biciletas cargadas a toda prisa, interceptamos a otros chicos que venían con la intención de agrandar nuestra recién creada (y recién disuelta) comunidad y les previnimos contra la furia del señor. Así pues, nos fuimos los cinco a pedir al otro camping que nos dejaran quedar. Por suerte nos recibió una señora bien amable, acostumbrada ya a albergar a los turistas que el otro iba echando no se sabe bien por qué.

Bueno, conseguimos quedarnos en el pueblo y así a la mañana siguiente emprender una excursión que nos habíamos propuesto. Tomi me quería mostrar un cerro multicolor que él ya conocía y que para llegar a verlo proponía una subida de más de 1000 metros por un camino bastante terrible. Por primera vez sentí que no iba a poder llegar hasta donde nos habñiamos propuesto. La subida fue bastante dura, y por más o menos a partir de la mitad empecé a sentir de nuevo los efectos de la altura. Hicimos gran parte del camino empujando la bici (tomi al final tuvo que empujar las dos bicis) pero bueno, conseguimos llegar y lo cierto es que la vista era impresionante (juzguen por las fotos). Pero allí arriba hacía un frío del demonio así que estuvimos el tiempo justo de sacar un par de fotos y nos largamos pitando (la bajada fue bastante más rápida).



Cerro Hornocal

Compartimos la cena con los chicos: Jono y Hanna (de Reino Unido), Andreas (de Dinamarca) y nos chicas alemanas que ellos ya copnocían. Fue una cena divertida al más puro estilo "internacional youth hostel" al que nosotros estamos tan poco habituados. Y el día siguiente fue de relax, preparandonos para el camino a Iruya.

Dejando Humahuaca tuvimos 25km de buena subida con viento en contra que terminaron sacandonos de la quebrada, y allí tuvimos que separarnos de nuestro amado pavimento para adentrarnos en un entretenido camino ripio, arena y serrucho. El camino ese día no tuvo demasiado interés, precticamente todo subida por entre esos duros y pinchudos pastos de altura con un viento cada vez más bravo en contra. Acampamos a unos 3500, al lado de un río que serpenteaba entrecruzado con el camino (por supuesto sin puentes), lo cuál no estaba nada mal ya que sabíamos que nos tocaba superar un paso a 4000 para llegar al pueblo.

A la mañana siguiente nos tocaron todavía 11km de buena subida, pero como hubo muchos zig-zags, almenos en algunos tramos el viento nos ayudaba. Y por fin culminamos el ascenso, que esta vez pudimos pedalear, pasando el abra en el que ondeaban (a toda pastilla) las banderas rojas de un santuario del Gauchito Gil.

Recibimos la bajada con gusto, pero el lugar seguía sin ser especialmente lindo y nos empezábamos a preguntar si todo el lío valdría la pena. Pero de golpe el camino se dejó caer (por no decir que se despeñó) por un quebrada impresionante. Paredes que debían de tener más de 300 metros, con extrañas formas creadas por la erosión del agua y los característicos colores de las tierras norteñas.





Camino a Iruya

La bajada fue muy linda y muy muy bajada. En apenas 20km bajamos más de lo que habíamos subido en los 55 anteriores desde Humahuaca. Y al final divisamos la iglésia de Iruya. El pueblo resultó ser de lo más pintoresco: colgaba de altísimos muros piedra en el encuentro entre dos quebradas, y las calles empedradas, por las que apenas si podía transitar un auto, reproducían la pendiente de la montaña.



Iruya

A nuestro encuentro vino una senyora que nos ofreció un lugar para acampar a un precio razonable así que no nos hicimos rogar. Plantamos el campamento y salimos a conocer el pueblo, que era muy chiquito, pero no nos importó pasar una y otra vez por los mismos rincones. Era un lugar especial, hundido en la quebrada, al final de un camino de tierra que las lluvias (por suerte poco frecuentes) cortan a causa dela crecida de los ríos. Le llegaba la electricidad a través de unos cables endebles colgando de postes de madera, y eso estaba complementado con un gran panel solar que captabla la energía de las pocas horas de luz que hay en la profunda quebrada.


Iruya

Quisimos aprovechar la oportunidad de darnos un baño caliente, y a Tomi le fué bien, pero cuando me tocaba a mi el pueblo entero se quedó de repente sin electricidad (y el calefón por supuesto era eléctrico). Llegó la noche e Iruya quedó a oscuras. Bueno, hubo que guardarse.

Los dos estuvimos encantados con ese lugar, pero tampoco había mucho que hacer, así que a la mañana siguiente emprendimos el duro regreso por donde habíamos venido. Yo pensaba que habría que hacer esos 20km con casi 1200 metros de subida a pata, pues la pendiente era importante. Pero para mi sopresa pudimos pedalear practicamente todo el camino.

Al salir de la quebrada sentimos el viento cada vez más bravo (diríamos que muy fuerte si no hubiéramos estado antes en la Patagonia) que le puso un punto más de emoción a la subida. Mientras estuvimos en los zig-zag a ratos lo tuvimos medio a favor pero una vez que llegamos a los dichosos 4000 metros, en la bajada estuvo insistentemente en contra, así que hubo que darle a los pedales, pero bueno pudimos llegar cerca del empalme con la ruta principal (y pavimentada).

Pudimos encontrar un rincón medio a reparo del viento para pasar la noche, que fue helada, y al día siguiente recorrimos los kilómetros que nos faltaban hasta llegar aTilcara, de nuevo con viento en contra.

De entrada teníamos pensado emprender desde aquí el cruce a Chile por el paso de Jama y después ir para Bolívia, pero hubo cambio de planes y a propuesta mía hemos decidido terminar el viaje aquí en Tilcara. Capaz que esto merece un nuevo post que seguramente escribiremos en orto momento. Ahora la vida continúa!!

22 de mayo de 2009

Por la quebrada

Dejamos atras la bonita ciudad de Salta en donde pudimos festejar el cumple de Berta como buenos burgueses yendo a comer fuera empanadas, locro, helados, las "papuchas" conitos de carton con papa fritas que venden en la calle, etc, tambien pudimos finalmente darnos la vacuna contra la fibre amarilla, solo por si acaso.

Despues de atravesar la enredada zona urbana de la ciudad por fin nos metimos en la naturaleza de nuevo, el camino en subida al principio a traves de una zona de praderas y forestaciones de pinos, al llegar al punto mas alto la cosa cambia, la bajada hacia el otro lado es todo a traves de una zona de yungas, mucha vegetacion, arboles enormes que apenas dejaban pasar la luz del sol, bastante fresquito por eso, el camino muy pintoresco, bastante estrecho y de cornisa, luego de la selva se pasa por al lado de un dique bastante grande que parece ser un lugar de descanso de fin de semana para la gente de la ciudad de Jujuy, despues de atravesar una zona de campos llegamos a las afueras de Jujuy, por suerte rodeamos a la ciudad por fuera en nuestra ruta asi que pasamos rapido y sin problemas rumbo a la quebrada de Humahuaca.


Ruta 9, de Salta a Jujuy / Embalse La Ciénaga

Aca empezaba la subida de nuevo, fueron unos 20 km pesaditos tratando de alejarnos de la ciudad para acampar tranquilos al lado de la ruta, asi encontramos un lugar aceptable, pero cuando ya habiamos armado la carpa se nos acerco un pastor que me hacia señas de que no podiamos acampar ahi, el hombre era sordo mudo y analfabeto asi que fue muy dificil entendernos, al principio me senti un poco intimidado por el machete que llevaba en al mano, pero al rato de hacernos mutuamente 1000 señas ridiculas creo que lo que queria decir es que estabamos en el camino de las cabras y que nos podian pasar por encima, al final nada de eso paso, nos dimos un apreton de manos y nada mas, mas tarde aparecio de nuevo junto a su patron, muy amable nos invito a ir a su casa y todo pero le rechazamos porque ya teniamos todo armado y listos para comer y dormir despues del largo dia de bici.

Al dia siguiente ya nos metimos delleno en la quebrada de Humahuaca, muy pintoresca como todo el noroeste Argentino con cerros de todos colores contrasatando con el azul oscuro del limpio cielo, para la bici sin embrago es un poco monotono por momentos porque el paisaje es bastante amplio y no cambia muy rapidamente, sobre todo en el sentido que ibamos nosotros con una leve pero constante subida.


Camino a la Quebrada / Quebrada de Humahuaca



Camino a Tilcara / Maimaná

Al final llegamos al pueblo de Tilcara, muy bonito y tranquilo, uno de los puntos mas turisticos de la quebrada, en estos pueblos se mezcla un poco el pasado indigena y el colonial. Estar en este pueblo para mi significa como una suerte de revancha ya que en el ultimo viaje que habia hecho se me rompio el cuadro de mi bici y no hubo manera de arreglarlo, entonces me quede con las ganas de conocer Bolivia y Peru, asi que ansioso de enfilar hacia esos horizontes totalmente desconocidos para mi, en relidad el titulo de esta entrada no es por la quebrada de Humahuaca sino por aquella bici que me acompaño en tantas aventuras.

Hoy aun no nos tomamos descanso ya que tempranito nos levantamos y nos fuimos a hacer una linda caminata a la garganta del diablo, fueron 6 km en subida y al final una abrupta y por momentos peligrosa bajada hasta un profundo cañadon por el que corre un rio rodeado de estrechas paredes de mas de 50 metros de alto, baje yo solo a la parte mas complicada, habian lindas cascadas y enormes piedras caidas desde arriba durante la epoca de lluvias que es muy fuerte en esta zona y que con las montañas de material muy arcilloso se vuelven muy inestables, se producen aludes, etc, ahora en la epoca seca los afortunados turistas difrutamos solo de los resultados bonitos como este cañadon, por cierto me costo bastante trepar desde alla abajo.



Camino a la Garganta del Diablo


Garganta del Diablo

Ahora nuestro proximo destino es Humahuaca, el pueblo mas grande de la quebrada, esta a solo 40 km de aca, pero hay lindos paseos por la zona asi que nos quedaremos por alla unos dias, tambien aprovechando para aclimatarnos bien a la altura ya que esta a unos 3000 metros y luego ya tendremos que pasar mucho tiempo por encima de esa altura, mañana aun nos quedamos aca por que se celebra una fiesta de la empanada, demasiado tentador como para dejarlo escapar luego ya les contaremos que tal fue la fiesta y lo mas importante, las empanadas!!! ... hasta entonces.

18 de mayo de 2009

Salta, la linda

Tanto nos atrapó Cachi con su belleza que después parecía no querer dejarnos ir. Los primeros días estuvimos muy relajados disfrutando de algún paseo por las calles del pueblo y admirando esos imponentes cerros que lo rodeaban, pero sobretodo montamos el taller en el camping y pasamos la mayor parte del tiempo arreglando las bicis.

Tomi estuvo cambiando su masa trasera, lo que implica sacar todos los rayos y volverlos a poner, limando los milímetros sobrantes por la diferencia de tamaño entre la masa anterior y ésta, y al final centrar la rueda, vamos un montón de horas. Por mi parte, todavía sintiéndome mal por la guarangada que le hice a la bicicleta metiéndola en el agua, le desmonté la masa trasera y la limpié y engrasé bien por dentro. Estuvimos entretenidos un par de días practicamente.

Una mañana, mientras trabajábamos aprovechando la sombrita que nos brindaban los árboles y disfrutábamos de la fresca brisa de montaña, llegaron un par de chicos al camping pillándonos con las manos negras y el espíritu alegre. Vamos, que nos hicimos coleguillas y quedamos en compartir aunque fuera una cenita.

Para mí, todo fue terminar de montar la rueda de nuevo, y empezar a sentirme más y más mal hasta que caí rendida en la carpa a 38º de fiebre. Y bueno, tengo que admitir que aunque intento mantener el escepticismo, tanto nos comen la cabeza entre las fiebres, las gripes y el dengue, que con la debilidad del cuerpo también se me empezó a ablandar la mente y casi casi me hago creyente; ya me empezaba a imaginar en el hospital en cuarentena. En fin, sucumbí a mis dudas y fui al médico.

Resultó que sólo se trataba de un poco de amigdalitis, según el médico, porque yo todavía es la hora que tengo que sentir dolor de garganta, pero en este caso, y siguiendo con el tono religioso que ha ido tomando esto, hago un voto de fe y me lo creo; al fin y al cabo, ¿no es la medicina una ciencia oculta para el común de los mortales, que no tenemos ni la menor idea de lo que nos pasa piel adentro?

También aprovecho para comentar, porque creo que todavía no lo he hecho y que vale la pena, que la atención médica argentina, en este tiempo llevo aquí, me ha demostrado que se merece un voto de confianza. Para empezar, decir que aquí la sanidad pública, a pesar de tener muchas deficiencias (como la mayoría de los sistemas sanitarios) y de sufrir de un grave problema de falta de recursos, es absolutamente gratuita para todos; es decir que de entrada, seas pobre o rico, argentino o extranjero, el Estado hace el esfuerzo de intentar asegurarte el acceso a la sanidad, lo cuál me parece una actitud de humanismo básico que en el "primer mundo" se nos ha pasado por alto.

Pero además de esto, la consulta no es como en la seguridad social española, donde uno por lo general entra en el consultorio y apenas tiene tiempo de rozar la butaca que ya está saliendo con cuatro recetas bajo el brazo y sin tener ni idea de lo que le pasa; aquí, en la consulta médica uno se siente escuchado, examinado y lo que es mejor, sale entendiendo el diagnóstico de su enfermedad. Además de esto, casi hay que pelearse para que no le den a uno los medicamentos que le recetan.

Una vez, comentando esto con un señor que conocimos estando en Rada Tilly, me dijo que la mía era una visión muy parcial, que por más que la atención una vez que estás en la consulta es buena, eso es más la actuitud del médico que por los recursos que el estado dedica a la sanidad, porque hay pueblos alejados y zonas rurales donde los fondos no alcanzan ni para comprar una ambulancia o que hay otros lugares donde los hospitales están sobresaturados y es muy difícil conseguir turno, o que tienen unas infrastructuras muy pobres. Que se trata de un tema complicado es algo que no pongo en duda, pero no quería dejar de resaltar este aspecto, que a mí me ha dado qué pensar.

Y volviendo a temas más cotidianos, con mi amigdalitis pasé un par de días postrada en la "cama" (Tomi ya no sabía qué hacer para entretenerse dentro de los dos metros cuadrados escasos que tiene nuestra casita) y al final tuvimos que aplazar un día nuestra salida porque en verdad no me daba el cuerpo.

Pero eh, ninguna enfermedad nos impidió pasar un lindo rato con nuestros nuevos amigos. Julián y Gustavo (amigo, en mi mente quedaste gravado como Gustavo pero ahora tengo dudas... perdoname si te estoy cambiando el nombre, no es mala leche, es este despiste que tengo) recién habían acabado la secundaria y habían emprendido desde Córdoba (si! eran tocayos de Tomi y de mi identidad argentina, la que uso para entrar en los parques nacionales pagando tarifa de nacional!!!) un viaje de mochileros con destino Méjico (o donde sea) para abrir su mente. ¡¡¡Fue un gusto chicos!! Desde aquí os mandamos los mejores deseos para vuestro viaje, esperando que os dé todo lo que esperáis y mucho, muuucho más. Por cierto, si al final nos volvemos a encontrar, estaremos esperando conocer el final de "El destierro", no os quepa duda.



Aquí estamos en plan fantasmagórico con los chicos

Los chicos solo estuvieron en Cachi un día, nosotros con todo terminamos pasando allí como cinco, y apenas el último día pudimos salir un poco y caminamos hasta el cementerio, desde donde obtuvimos unas hermosas vistas del pueblo y del valle, había que aprovechar, porque al día siguiente íbamos a dejar ya definitivamente los Valles Calchaquíes.



Cachi

Si, al amanecer del quinto día decidimos que ya era suficiente y que había que volver a la ruta; yo tenía la esperanza de que un poco de ejercicio me ayudara a recuperarme y volver a sentirme fuerte, y de hecho me repuse bastante. Fue un primer día de viaje pesadito, y más después de tantos días de inactividad. Efectivamente dejamos atrás el valley emprendimos una larga subida hasta un paso de montaña que nos dijeron que estaba a 3600msnm.

En la subida hubo algunos tramos lindos, subimos por una quebrada y atravesamos un desierto de cardones, algunos de más de 10mts, pero en general fue aburrida. A partir del mediodía, y habiendo alcanzado cierta altura, se nos levantó un fuerte viento frío en contra que nos hizo el camino todavía más pesado. Por suerte a lo largo de la ruta encontramos algunos refugios y estando ya cerca de los 3200msnm nos metimos en uno para pasar la noche.



P. N. Los Cardones / Nuestro refugio al atardecer

Estuvo muy bueno porque a pesar de la altura pudimos dormir bastante calentitos y encarar el siguiente día con ganas, pues según la información que nos habían dado, todavía nos faltaba subir alrededor de 400mts. Qué sorpresa cuando sin haber pasado ni una hora pedaleando llegamos a la cima, a Piedra del Molino, que resultó estar 300mts más abajo de lo que pensábamos, ¡fue como si esos metros nos los hubieran regalado!



Piedra del Molino

Y bueno, desde allí arriba la vista era impresionante, debajo nuestro veíamos el camino bajar en zigzag por la vertiente de la montaña hasta una quebrada, todo verde excepto en los lugares dónde la roca lograba sobresalir para mostrar orgullosa sus colores. Hermoso lugar y lo mejor... ¡En bajada!

Bajamos despacito, sacando fotos y disfrutando de la vista. Y en uno de los miradores coincidimos con una excursión de abuelitos. Estábamos traginando con las bicicletas cuando se nos empezaron a acercar todas las nonas, preguntando de dónde veníamos, que cómo habíamos llegado hasta allí, que a dónde íbamos, y nos daban besos y nos agarraban del bracito y creo que nos llenaron de bendiciones como para todo el viaje. ¡Que poder tienen las abuelas para hacerlo sentir a uno cuidado y mimado sea donde sea (y sea la abuela de quien sea)! Además, resultó que ellos venían de Villa Regina, justo de donde eran nuestros amigos Mario y Norma, así que se reavivó el recuerdo que guardábamos de los ratos lindos que compartimos con ellos cuando viajábamos por el sur.



Cuesta del Obispo

La bajada fue larga y placentera, el camino en buen estado y mucho tramo de pavimento, y antes de llegar al empalme con la ruta 68, que nos iba a llevar a Salta, encontramos un lindo prado y decidimos acampar allí para pasar la noche y llegar a la ciudad al día siguiente.

Y entonces llegó el Otoño. La noche fue fría y lluviosa, y por la mañana la llovizna casi nos convence de no salir a la ruta, pero bueno, a lo largo de la mañana fue mejorando la cosa y decidimos salir, al fin y al cabo pensábamos que íbamos tener pavimento todo el camino. Pero no, más adelante el pavimento se hizo intermitente y por los pedazos de ripio cruzaban arroyos crecidos por el aguacero nocturno. En algunos momentos tuvimos un poco de problema para cruzar, pero bueno, pasamos ese tramo y después el camino estuvo bueno hasta Salta.

Llegamos a la ciudad a eso del mediodía y nos instalamos en el camping, que está bastante bueno y muy bien de precio, además de relativamente cerca del centro, lo que en una ciudad grande es un lujo. Plantamos la carpa y salimos a descubrir "Salta, la linda".



Ahí estoy en mi habitual tarea de lavar la ropa, no es para presumir pero tengo que decir que ya estoy ducha con esto, un día tuvimos que usar la lavadora porque en el hostal no había lavadero y la verdad es que me di cuenta de que yo lo dejo todo mucho más limpio!!! (que de abuelita me ha quedado esto)


De entrada, y después de tanto tiempo saltando por el monte como cabritas, meternos en el centro de la ciudad fué un shock. Me di cuenta de que hace falta una cierta habilidad para moverse por las calles y también de que la estoy perdiendo. Incluso tuve una remota sensación de tristeza al darme cuenta de que por primera vez en mucho tiempo sentía que las personas éramos un estorbo las unas para las otras.

Pero bueno, en estos ías que hemos pasado aquí ya nos hemos ido acomodando a nuestra condición de urbanitas provisionales y tampoco se nos da tan mal. Hemos estado caminando mucho, haciendo compras, renovando ropas y materiales, y también disfrutando un poco de los placeres de la urbe: vitrinear, ir al cine y hasta comer un montón de veces fuera!!!



Me compré unos guantes high quality, así que estos, pobrecitos, ya van a pasar a la historia

Hemos comido empanadas, pizza, matambre, pollo, ¡una pasada! Hay un cuchitril al lado del camping, cutrillo pero acogedor del que nos habíamos hecho asíduos clientes pero el otro día, estaba esperando llegar mi plato y de repente me encontré tenedor en mano intentando pescar una cucarachita que flotaba, muerta, en mi vaso de cocacola. Decir que en ese momento lo estaba haciendo con total normalidad, al fin y al cabo solemos comer rodeados de muchos más bichos, pero después lo pensé mejor, recuperé del fondo de la alforja mis manías urbanas (a conjunto con mi nueva condición) y me dió un poco de asco. No se si a Tomi le pasó lo mismo, la cuestión es que ya no hemos vuelto.

Plaza 9 de julio, salta



Salta desde sus calles y desde el mirador (lo que se ve colgando es el teleférico, que evidentemente no tomamos, subimos y bajamos a pata, que así se disfruta más la vista y el bolsillo lo agradece)


¡El domingo fue mi cumpleaños! Pensaba que no iba a tener mucho día de fiesta, ahora me doy más cuenta que nunca de que lo que da sentido a estas fechas es precisamente poder compartirlas con aquellos a los que amamos, y por los que nos sentimos amados. Así que lejos de casa, pues como que no es lo mismo. Pero con Tomi nos planeamos un lindo día aprovechando que Salta celebraba el día mundial de los museos abriendolos todos con entrada gratuïta y además organizando espectáculos de música, danza, folklore... Paseamos mucho, vimos cosas lindas y brilló el sol como regalándome un día de primavera septentrional en medio de este gris de otoño.



Cabildo Histórico y concierto de la banda del ejército



Plaza 9 de Julio desde el Cabildo



Iglesia de San Francisco / Exposición de carruajes y automóviles en el Cabildo



Tomi disfrutando como un nene en el museo de Ciencias Naturales / MAAM, En Salta están las momias de los niños de Llullaillaco, que fueron ofrendados por los incas hace más de 500 años, los enterraron vivos practicamente en la cima del volcán y a causa de las bajas temperaturas y la falta de presión quedaron momificados de forma natural, así como todo su ajuar. La foto no es nuestra, la he rescatado de Internet, y dejo el link del museo donde están por si quieren echar un vistazo y saber un poco más www.maam.org.ar



Danza contemporánea en el Museo de Arte Contemporáneo

Hoy ya ha vuelto todo a la normalidad, mañana veremos si por fin podemos darnos la vacuna de la fiebre amarilla, que de hecho llevamos todos estos días en salta esperando por este tema, y el miercoles arrancamos ya hacia la Quebrada de Humahuaca. ¡¡Hasta la próxima!!